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"Promitentes de Antaño." Hoy: Ángel Villar Abolafia.

  • Asociación de Promitentes y Expromitentes Nuestro
  • 17 feb 2018
  • 15 Min. de lectura

Ángel Villar Abolafia nació en Jaén en el año 1956, en el Jiennense barrio de Peñamefecit, entonces conocido como “El Barrio de la Guita”. Es el segundo de cuatro hermanos y ha sido Promitente de Nuestro padre Jesús durante 30 años. Está casado y es padre de dos hijos y nos apunta, con cara de orgullo, que también es abuelo de una nieta, todos ellos cofrades desde que nacieron. Siempre ha profesado una gran devoción por Nuestro Padre Jesús.

Colaborador de la cofradía en muchos aspectos, en el año 1.992, año en el que entró en vigor el IVA, el entonces Hermano Mayor de la Cofradía D. Enrique Jiménez Arcos, solicitó su colaboración para ocuparse de las obligaciones fiscales derivadas de la tienda de recuerdos de la Cofradía. Posteriormente, en el año 1.996, el entonces Hermano Mayor D. Juan Castillo Gutiérrez, (q.e.p.d.), le pidió que su colaboración lo fuera más amplia, ocupándose de la gestión completa de la tienda (compra de artículos, precios de venta, control de existencias, etc.), a lo que gustosamente accedió.

A la postre colaboró de forma anónima y totalmente desinteresada en algunas funciones con la administración de la Cofradía y con la Vocalía de Caridad y también con la Vocalía de Manifestaciones públicas, interviniendo como “listero” del Trono de Nuestro Padre Jesús en los años 1.996, 1.997 y 1.998.

En definitiva fue colaborador, siempre anónimo de la Cofradía, siendo Hermanos Mayores D. Angel García-Ortiz Rodríguez, D. Enrique Jiménez Arcos, la Comisión Gestora designada por el Obispado en el año 1.995, D. Juan Castillo Gutiérrez y D. José María Mariscal Muñoz, cesando su colaboración de forma voluntaria y por razones puramente laborales en el año 2.004, si bien continuó ocupándose de la gestión fiscal de la tienda, siendo Hermanos Mayores D Prudencio Villar Sánchez y D. Francisco Manuel Gutiérrez Montero hasta el año 2015, en el que puso punto final a su colaboración por diferencias con el hacer de la Junta de Gobierno de éste último.

Asociación de Promitentes: Buenas Ángel, ¿De qué año eres?

Ángel Villar Abolafia: Nací el 13 de diciembre del año 1956, día de Santa Lucia, en el Barrio de la Guita.

AP: ¿De dónde te viene la devoción por nuestro Padre Jesús?

AVA: De mi casa. De mi padre. De mi abuela sobre todo, que todos los años nos contaba a mí, a mis hermanos y a mis primos por parte de madre la leyenda del Abuelo. Recuerdo que, de pequeño, nos subíamos toda la familia a la calle de Jesús, en el barrio de la Merced, donde vivía mi abuela y que sacábamos a la calle las sillas de anea para ver al Abuelo, subiendo por la calle Almendros Aguilar hasta la Iglesia de la Merced.

Mi padre, que fue Promitente cuando Nuestro Padre Jesús, tenía solo dos turnos, año sí, año no, llevaba a Jesús por aquella calle y recuerdo concretamente un año en el que mi padre llevó el primer turno y cuando él llegó a la casa de mi abuela, caía el agua a mantas.

Mi padre dejó su toalla, su medalla y su clavel en la casa y se subió rápidamente a la Merced, para echar una mano en lo que hiciera falta y mi hermano mayor Rafa y yo que, en aquél entonces tendría unos 6 o 7 años, nos fuimos con él. Jesús subió a hombros de sus Promitentes desde la calle Colón hasta la Merced de un solo tirón y no se me olvidará como, ¡tíos como carros!, a mis ojos de 6 o 7 años, al salir del Trono de Jesús, caían redondos al suelo o se arrodillaban apoyándose sobre sus manos respirando agitadamente por el esfuerzo realizado.

No lo recuerdo, porque solo era un crio y no lo puedo recordar, pero seguramente fue ahí, en ese momento, cuando yo diría “de mayor, quiero ser como estos hombres”.

AP: Y su promesa para llevar a Jesús. ¿De donde viene?

AVA: Como ya os he dicho antes, mi padre fue Promitente de Jesús, pero yo tan solo lo vi meterse en el Trono una vez que fue también la primera vez que yo vi el Encuentro. Corría el año 1.967 o 68. Yo tendría 11 o 12 años y mi padre cogió a Jesús en el segundo turno, en la calle Las Almenas, detrás de la Catedral. Entonces tenía ya tres turnos.

Unos años después cuando yo tenía 16 años, D. Juan Cantero ***, Hermano Mayor de la cofradía de la Borriquilla y primo hermano de mi padre, le dio dos pases para ver la Semana Santa desde la Tribuna Oficial. Aquel Viernes Santo, mi padre llevaba el, entonces cuarto y último turno de Jesús, que ya estaba en la Catedral. Mi padre pues, lo llevaba por la Carrera y un primo mío y yo fuimos los que ocupamos los asientos de la Tribuna Oficial que, dicho sea de paso, no es ni por asomo el mejor sitio para ver a Nuestro Padre Jesús. No obstante, me llenó de orgullo cuando pasó El Abuelo, saber que mi padre estaba allí.

Sin embargo, cuando después de encerrarse la Procesión, llegué a mi casa me encontré a mi padre con los ojos enrojecidos de haber llorado. Unos años antes a mi padre le habían diagnosticado asma bronquial y sus fuerzas y mas que sus fuerzas, sus pulmones, no le permitieron cumplir aquel año su Promesa. Su pena, era la de que no pudo cumplirla ese año y que ya no volvería a cumplirla ningún año más.

¡No te preocupes papá! (le dije), que mientras yo esté aquí y Nuestro Padre Jesús me de fuerzas, tu promesa no se quedará sin cumplir.

La enfermedad de mi padre hizo que se adelantara el deseo de aquel niño que en la iglesia de la Merced pensó aquello de “yo de mayor, quiero ser como estos hombres” y así fue, como en el año 1.974, con 17 años de edad, me hice Promitente de Nuestro Padre Jesús.

Desde entonces y hasta el año 1.980, llevé a Jesús con el cartón de mi padre, tallándome todos los años y en 1.981, después de ocho años de solicitud, por fin me dieron el anhelado cartón a mi nombre pero el año 1.981, llovió y Jesús no salió, así que mi primer año oficial fue 1.982. Desde el año 1.982 y hasta que me jubilaron en el año 2001, no llovió ni un solo año.

AP: ¿Cómo recuerda la primera vez que pudo ser promitente?

AVA: En realidad tuve dos primeras veces, la del año 1974 con el cartón de mi padre y la del año 1.982, con cartón a mi nombre. Ambas son imborrables de mi memoria, al igual que todas y cada una de las veces que lo he llevado. En todas ha habido momentos entrañables y emotivos.

En 1.974, Jesús tenía cinco turnos. Yo llevé el cuarto, desde la esquina de las calle El Arroyo y Tablerón (esquina Convento de las Bernardas) hasta la puerta de Hacienda en la Plaza de las Palmeras. Cuando dejé el Trono, era el hombre más feliz de la tierra y mi padre y mi madre, estaban esperándome allí. De hecho, nada más salir fueron las dos primeras caras que vi. Mi padre hacía pucheros como si fuera un niño chico. Los tres nos fundimos en un abrazo y aunque mi padre quiso darme las gracias, no se lo permití. Al revés, fui yo quien se las dio y se las daré siempre y mientras viva, porque gracias a él tuve el privilegio de ser Promitente.

En 1.982, Jesús tenía ya siete turnos. Lo llevé en el séptimo y último. Fui descalzo porque en Julio de aquél mismo año me casé y quise reforzar la promesa hecha a mi padre, pidiéndole a Jesús que me permitiera ser un hombre casado, honesto y honrado. Creo que Jesús escuchó mi petición.

Como antes decía, en todos los años ha habido momentos entrañables y emotivos, recuerdos hacia los que nos faltan, peticiones por nuestros familiares y amigos enfermos, por una tragedia, por el fin de las miserias y del hambre y por la paz en el mundo, en fin, cosas que hacíamos antes y que no se si seguiréis haciendo ahora.

AP: ¿Compañeros promitentes que recuerdes de aquellos años?

AVA: Pues te puedo hablar de los hermanos Latorre, de Manolo y de Antonio Latorre, de Juanin (Juan Roldan), de Antonio Solas de Felipe…, no recuerdo el nombre, que trabajaba en la gestoría Moriana, de mi buen amigo Alfonso Cruz Latorre, de Juanjo Romero y de otros mas recientes, como Leonardo Fontecha, José Luis Martínez Carvajal, … tendría que pararme a pensar, porque lo he llevado con mucha gente.

AP: ¿Como ves aquellas madrugadas de Viernes santo respecto a las de ahora? Lo que se vivía antes dentro del trono con lo que se vive ahora.

AVA: En aquellos años 70 y 80, inclusive los primeros de los 90, la madrugada del Viernes Santo, era distinta a la de hoy día. No digo ni mejor ni peor, simplemente distinta. El fervor, la devoción, el silencio y el respeto que había antes yo no lo veo ahora, quizás porque no sepa verlo o quizás porque hace ya unos cuantos años que me jubilé.

Pienso que antes, a Jesús lo llevábamos hombres que en su mayoría cumplíamos una promesa y que ahora lo siguen llevando hombres, pero de otra manera y lo veo desde el punto de vista que me ofrecéis amigos, cofrades y Promitentes en activo como vosotros o como mi hijo, que este año 2018 lo llevará por tercer año, después de haber llevado 4 años el Trono de San Juan y 10 años el Trono de la Virgen.

Han sido muchas las ocasiones en las que esperanto el relevo de mis compañeros del turno anterior, se ha acercado a mí o a cualquier otro Promitente un hombre, pidiéndonos que le hiciéramos un sitio porque tenía una promesa que cumplir. No ha habido ninguna ocasión en la que los Promitentes, al menos los que venían conmigo en el turno, le hayamos negado un sitio a nadie. Eso, hoy, vosotros no podéis hacerlo y no porque os falte generosidad, que seguro que la tenéis, simplemente os lo han puesto muy difícil.

AP: ¿Qué recorridos recuerdas de cuando eras promitente?

AVA: Recuerdo todos los recorridos, pero hubo un par de cambios que me parecieron acertados y que luego, sin saber por qué, fueron eliminados.

Jesús bajaba por la calle el Arroyo, hasta el convento de las Bernardas, y luego subía por la calle Tablerón hasta Virgen de la Capilla. Aquí se hizo un cambio para ampliar recorrido, que consistía que al principio de la calle el Arroyo, Jesús giraba por la calle Melchor Cobo Medina me parece que se llama, cogía la calle las Bernardas luego en la esquina si subía por la calle Tablerón.

El segundo cambio que recuerdo fue el de que Jesús, tras el Encuentro, seguía por la calle Maestra hasta la Plaza de la Audiencia, bajaba por la calle Los Alamos hasta la Plaza de San Francisco y desde ahí, por Ramón y Cajal, seguía por la calle Ancha. El cambio fue el de que Jesús tras el encuentro, bajaba por la calle Campanas, cogiendo Ramón y Cajal y la calle Ancha y a su regreso, después de subir por Bernabé Soriano, giraba en la Plazas de San Francisco hacia la calle Los Alamos, subía por la calle Colón hasta la Plaza de la Audiencia, calle Maestra y a la Catedral. Era el mismo recorrido, pero por donde antes pasaba de noche, paso a pasar de día y viceversa.

AP: ¿Con cuantos turnos empezaste a llevarlo, y con cuantos terminaste?

AVA: Pues al principio, cuando empecé en el año 74, tenía 5 turnos, en los 80, cuando me dieron mi cartón, tenía ya 6 y terminé llevándolo con 7 turnos.

AP: ¿Que te parecen los ensayos que hay instaurados ahora mismo.?

AVA: Por darle algún calificativo suave, te diría que eso es una sublime tontería, porque, cuando yo empecé a llevar a Jesús, los Promitentes con los que tuve el orgullo de ir, no ensayaba porque no había ensayos y os puedo asegurar que si entonces no eran necesarios, ahora que los jóvenes soy mas inteligentes y tenéis móviles y wasaps y todas esas tecnologías tampoco lo son.

Mi padre, en el año 1.974, la primera vez que llevé a Jesús con los nervios propios de esa primera vez me dijo, ¡No te preocupes hijo, que a Jesús no lo llevamos nosotros, es El quién nos lleva a nosotros! Os puedo asegurar que esto es una gran verdad..

AP: ¿Y la uniformidad?

AVA: La uniformidad, al igual que los ensayos con Nuestro Padre Jesús, considero que son una sublime tontería, por no utilizar un calificativo más propio de Jaén. Lo único que hay que tener para llevar a nuestro Padre Jesús es buena voluntad, devoción, respeto y saber meter los riñones. Eso es lo único que hace falta.

Ponerse un uniforme, pues me parece bien que se lo tenga que poner el Hermano Mayor, porque tiene que llevar una vara dorá, pero que se lo ponga un promitente para sudar… claro, que antes se sudaba debajo del trono, ahora ya me parece que ni sudáis, más que nada porque no os da tiempo. Yo los últimos años lo lleve con 7 turnos, y era una hora y cuarto, y no te daba tiempo ni a calentar los hombros.

AP: ¿Alguna anécdota digna de mención?:

AVA: Hubo un año, el año 1977 en el que Jesús tuvo 4 turnos, porque el año anterior sancionaron a un turno entero. Fue en 1976, cuando el turno cuarto se sanciono entero. Lo que paso es que al año siguiente a los 44 hombres que iban en aquel cuarto turno le enviaron un cartón en blanco, con indicación de turno, pero sin sitio.

Por eso el año 77 que yo lleve a Jesús desde la calle del Rastro , hasta la catedral, que pudimos echar alrededor de 3 horas, o algo más en ese recorrido. Ese año, probablemente íbamos debajo del trono de Jesús 50 o 52.

Hay muchas más anécdotas, como la vivida con mi amigo Tomás Fuentes, pero necesitaríamos de mucho espacio y tiempo para contároslas.

AP: Entonces hubo una sanción, pero luego fueron “recompensados”

AVA: No así, se sanciono a todos, pero luego se les dio un cartón en blanco. El que quiso acatar la sanción no se metería, y el que no estaba de acuerdo, pues se metería. Yo os puedo asegurar que en el cuarto turno de 1977 Jesús no llevaba 44 hombres. Llevaba más.

AP: En casos como este, nos damos cuenta que prevalecía la buena voluntad de los promitentes.

AVA: La buena voluntad de los promitentes y de la Junta de Gobierno. Bajo mi punto de vista eso era respeto. Se sanciono un turno entero, pero lo más probable es que el turno entero no era culpable del motivo que había originado esa sanción. Entonces la Junta de gobierno no era nadie para decir “Tu si, tú no”. Todos sois sancionados, pero a todos os doy la oportunidad de que podáis sacarlo, en caso de no haber cometido el motivo que origino la sanción. Y siempre que vuestros compañeros os lo permitan en los turnos que se montaron al año siguiente.

Eso hoy en día, los promitentes de ahora no podéis hacerlo. Ahora estáis cohibidos.

AP: ¿Y cuál fue el motivo que origino esa sanción en el año 76?

AVA: Lo que ocurrió que don Antonio Delgado estaba fastidiado, y ese año él no fue Fabricano. El Trono lo dirigió su hijo Juan Delgado, recientemente fallecido. Fue una iniciativa de un Promitente que dejó caer “Que os parece si cuando llegamos a la altura de la calle san Clemente, giramos el trono en homenaje a don Antonio. Todos estuvieron de acuerdo, y cuando llego la hora, sus hijos dijeron que no se hiciera eso, pero el turno desobedeció a Juan Delgado. Se giró el trono, y una vez enfrentado a la calle san Clemente, se levantó a pulso.

Después se bajó, y seguimos nuestro camino. Juan Delgado nos recrimino haberlo hecho, pero bueno, ahí quedo la cosa. No hubo más problemas.. Jesús llegó tarde, pero como llega tarde todos los años. Porque yo siempre recuerdo que ha ido tarde.

Yo creo que ese fue el motivo. Aunque nos dijeron que al levantar el trono a pulso, el pan de oro que lo recubre se resquebrajo. Pero también es cierto que el turno anterior, el tercero, también lo levanto a pulso. Y posiblemente el segundo al tercero, y el primero al segundo. Fue algo espontaneo, y muy emocionante.

AP: ¿Qué le parece la Marcha del Abuelo?

AVA: La marcha del abuelo. Eso es otra de las cosas que hacen que Jesús ande solo. Eso hay que sentirlo, hay que vivirlo, hay que haberlo “mamao” como se suele decir aquí. Y yo creo que eso es lo que le faltan a los promitentes de ahora. Que no lo han mamao, que no lo sienten, que no lo viven, supongo que como en todo habrá excepciones.

Eso es lo que yo creo que ocurre. Eso unido con que hemos tenido una Junta de gobierno en los últimos 6 u 8 años, que no han sabido y no han trabajado por hacer prevalecer esos valores que siempre han sido significativos en esta cofradía.

En el año 2013, con motivo de la procesión extraordinaria del 425 aniversario, se le tocaron otras marchas, y la semana santa de 2014, también. Creo que se escudaron en lo extraordinario de la procesión, para tocar otras marchas e intentar buscar una continuidad

AP: Hablamos de las famosas reuniones de promitentes de los años 70 y 80.

AVA: A nosotros nos reunieron, hasta en dos ocasiones, en la calle obispo Aguilar, en el estudio 5 de Radio Jaén, donde antiguamente se celebraban las Asambleas Generales.

El tema es que había mucha lista de espera, porque la virgen iba a ruedas, y san juan y la verónica con gente pagada, o sea, esos no eran promitentes que quisieran llevar a Jesús. Había mucha gente en la lista de espera, y cuando te tocaba, pues te tocaba.

En un año en concreto, que me parece que fue el 77 o 78, más o menos, se convocó a todos los promitentes, y en esa sala, en el estudio 5 de radio Jaén, se nos pidió a los Promitentes poner un tope de edad, para que así la gente pudiera acceder más rápido al trono de Jesús. Prueba de la generosidad de los promitentes de la época es la de que, todos aprobaron sin ningún pero fijar la edad en 50 años. Antes de esa fecha no había edad de jubilación, y la gente se quitaba o bien cuando las fuerzas no le permitían llevar a Jesús, o bien cuando habían visto cumplida su promesa.

Posteriormente hubo una segunda reunión, en los años 80, porque se pensó que era conveniente bajarla, y entonces ya se fijó los 45 años, o 20 llevando a Jesús.

La generosidad, la buena voluntad y el saber hacer ha sido más que evidente. Estos son solo dos ejemplos, pero seguro que antes de mi época, ha habido muchos ejemplos más de generosidad y de buena voluntad.

Seguro que hoy, y debido a la Junta de Gobierno de los últimos 6 u 8 años eso es impensable.

AP: Nos has hablado de la primera vez que lo llevaste, hablamos de la última.

AVA: El año de mi jubilación, el año 2001, mi hijo tenía 17 años. Yo empecé a llevarlo con el cartón de mi padre con 17 años. Entonces yo quise llevar a nuestro padre Jesús mi último año con mi hijo. Le pedí que se viniera, y cuando estábamos formando el turno hable con los compañeros, les dije que era mi hijo, que yo me jubilaba y ninguno puso ninguna objeción ni la más mínima. Solamente me la puso Antonio Martínez Luque. Cuando llego la comitiva que va delante de Jesús a la altura del relevo se dirigió a mí y me dijo que mi hijo no podía estar allí porque no tenía 18 años. yo le dije que dejara el mundo correr, porque no era cuestión de discutir allí delante de Nuestro Padre Jesús, y al final pude ir con mi hijo.

Fue muy emotivo, porque aquel año, cuando sales y dejas a Jesús en la catedral, besas el trono, porque yo así lo hice, y luego se te abrazan a ti gente con la que tienes relación y gente con la que no la tienes, no necesitas nada para abrazarte a ellos. Aquel año sabían que yo me jubilaba, y me dieron un abrazo. Y eso quieras que no se te queda grabado. No se olvida.

AP: En aquella época ¿se permitía elegir turno al jubilarse.?

AVA: Si, pero a mí me toco ese. El ultimo. Me hubiera dado igual, pero luego pensé, bueno dejamos a Jesús en su casa, y ya el año que viene que lo saquen otros. Amigos míos me dijeron que pidiera el primer turno porque ellos iban en el primero aquel año, pero yo me quede con el que me toco. Los últimos pasos tuyos como Promitente, fueron los últimos pasos de Jesús aquel viernes santo.

Al año siguiente lleve a San Juan, porque la norma lo permitía, y lleve a san Juan, porque si mi hijo, había venido conmigo en mi último año, yo quería estar con el en su primer año como Promitente en San Juan. Por cierto, San Juan pesa bastante, también porque van menos gente.

AP: Algún aspecto que quiera reseñar a modo de resumen.

AVA: Podríamos estar hablando hasta mañana, pero si te contara, que durante los más de 30 años de promitente, 30 con Jesús, 1 con San Juan y dos con la Virgen, porque una vez jubilado me cole dos veces en la Virgen ya que no la había llevado nunca, y porque era la Madre del Señor. Me encontré con buena gente, que no me puso pegas para que la llevara, cosa que me agrado, porque años antes, también me encontré con buena gente que me ayudo a llevar a Nuestro Padre Jesús.

Esa generosidad de los años 70, a principios del año 2000 también se daba. Ahora me consta que se ha coartado a los promitentes a ser generosos como lo fueron o como lo fuimos en otra época y por tanto, alguna persona que tenga una promesa, es muy posible que no pueda cumplirla.

También quería reseñar que en los últimos años se ha pretendido cambiar el himno de Jesús de detrás del trono, se ha cambiado el Reglamento de Régimen Interno, se ha conseguido hasta cambiar nuestros Estatutos, se han creado normas que para mí, son absurdas y totalmente desacertadas y se ha pretendido cambiar el estilo y la forma de hacer de los promitentes, y yo me pregunto qué a que vienen tantos cambios, qué necesidad hay de tantos cambios.

El primer cambio vino en el año 2015, con la excusa de que era necesario porque San Juan se estaba quedando sin gente que lo llevara. Sin embargo, nadie se ha parado a pensar que en 2014, antes de aquel cambio, San Juan tenía 4 turnos, y cuando se aplicó la norma en 2015 solo hubo 3 y al año siguiente 2, y yo me pregunto, ¿por qué nadie se da cuenta de los resultados de los cambios y de que no han valido para nada?

Agradecemos a Ángel Villar el habernos permitido acceder a estas preguntas para la sección Promitentes de antaño, asi como la documentación grafica que acompaña a esta entrevista.


 
 
 

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